El lenguaje tiene mucha fuerza. El modo en el que utilizamos las palabras no es neutro. Es habitual oír expresiones como: "tengo que llamar a mi amigo", "debería de haberme dado cuenta", "tenía que haber llegado puntual", etc. De una forma u otra, tienen una conNotación justificativa y recriminatoria. Al final, drena energía y, poco a poco, puede crear un fuerte sentimiento de culpa.
Si se aprueba a cambiarlas por "quiero llamar a mi amigo", "soy humano, no me di cuenta" o "elegí salir más tarde" surge un doble efecto. Por un lado, nos apropiamos de lo que pasa en nuestras vidas. Al final lo que hacemos es el fruto de las decisiones y elecciones que vamos tomando. De otra parte, el formular el mismo hecho de esta manera tiene un efecto liberador, baja la ansiedad y la tensión. Fomenta la conciencia e impulsa la responsabilidad.
¿Hasta qué punto somos educados para hacer estas elecciones, incluso cuando hablamos? Vivir es elegir. ¡Vivamos!
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