jueves, 17 de enero de 2013

EXTREMA PEQUEÑEZ

Por Mª José Sánchez

Me he levantado recreándome en una de las citas de Hans Küng del Upanisad en En busca de nuestras huellas.  

"El discípulo, deseoso de aprender, le pregunta al sabio cómo puede conocer la verdad más profunda (...). El discípulo tiene que abrir entonces un higo: en su interior hay muchas semillas. Después ha de abrir una de esas semillas, pero en su interior no se ve nada. El sabio explica: ya ves, por algo tan minúsculo que ni siquiera puedes percibirlo, solo por algo tan minúsculo es tan grande esta higuera. Créelo, hijo mío, esa extrema pequeñez es la esencia del universo. Ésa es la verdad: ésa es tu esencia, tu alma, eso eres tu". 

 ¿Y no consiste en eso la educación? Si aspiramos a forjar mujeres y hombres de talla intelectual, moral, social, espiritual... ¿no debiéramos poner foco en los pequeños grandes detalles? Algunos ejemplos: 
  • ¿Cuál es la semilla de un gran lector? ¿Cuántos libros leen sus padres delante de él? ¿Cuánto visitan la biblioteca? ¿Con qué frecuencia entran en librerías? ¿Cuántas historias se inventan? 
  • ¿Cómo alimentar la curiosidad científica? ¿Cuándo fue la última vez que hicimos un pequeño experimento en casa? ¿Contestamos las preguntas con nuevas preguntas? ¿Damos espacios para que aparezcan dudas o atajamos la cuestiones rápidamente para ahorrar tiempo? 
  • ¿Cómo conseguir que un niño no grite? ¿Qué hacemos cuándo se equivoca o despista? Si está molesto, ¿le gritamos para que se calle? ¿Qué esperamos entonces que haga él cuando le moleste alguien? 
En la extrema pequeñez de la rutina diaria, se haya escondida la excelencia. Desde el punto de vista educativo, el reto está servido. Hagamos de nuestra vida diaria una verdadera escuela.

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