miércoles, 7 de marzo de 2012

Matar la pregunta


Por Mª José Sánchez
corporativo@microlog.es
Diálogo entre padre e hijo*,
Don Gonzalo: ¿qué te pasa Gonzalito?
Gonzalito: estoy muy triste. Don Jaime ha castigado a Jaimito y no vamos a poder jugar juntos.
Don Gonzalo: algo habrá hecho ¿Porqué le ha castigado?
Gonzalito: no está de acuerdo con su papá. Don Jaime dice que los padres saben más que los niños, la experiencia de la vida, la perspectiva de los años..., y que nosotros los niños tenemos que aprender de vosotros. Ya sabes papá, lo mismo que me cuentas tú. Jaimito piensa que su padre no tiene razón, se lo ha dicho y Don Jaime le ha castigado.
Don Gonzalo: ¿qué piensas tú?
Gonzalito: ¡qué es injusto! Jaimito tiene razón
Don Gonzalo: cuidado no vaya a acabar igual que Jaimito, léase castigado.
Gonzalito: dime papé, ¿quién invitó el teléfono?
Don Gonzalo (se hincha antes de contestar, ¡ésta me la sé!): Graham Bell
Gonzalito: ¿Y si el papá de Graham Bell era tan listo por qué no lo inventó él?
Botón de muestra rabiosamente esclarecedor. El niño ingenuo, descarado, lozano tiene una relación amable con la pregunta. El adulto, resabiado de la vida, ya se lo sabe todo. Poco a poco aletarga y mata el afán curioso e inquisitivo v que por naturaleza vive en el niño. Quizá le incomoda encontrar respuestas que no están en su guión y le exigen reinventarse día a día. ¿Qué tenemos que hacer en el sistema educativo para no matar la pregunta? *Basado en un cuento de Jorge Bucay

No hay comentarios:

Publicar un comentario